21 d’octubre del 2008

Ya nada será igual





"It might be a Scottish name, taken from a story about two men in a train.

One man says, 'What's that package up there in the baggage rack?'

And the other answers, 'Oh that's a McGuffin.'

The first one asks, 'What's a McGuffin?'
'Well,' the other man says, 'It's an apparatus for trapping lions in the Scottish Highlands.'

The first man says, 'But there are no lions in the Scottish Highlands,'

and the other one answers 'Well, then that's no McGuffin!'
So you see, a McGuffin is nothing at all."



Leonardo D'Espósito (Crítica Digital):
Escribí tanto respecto de Historias Extraordinarias en los últimos meses que pensé que ya no tenía nada para decir. Y no: quiero contarles qué es lo que me pasa con la película, algo que no me sucedía desde que, a los cinco años, mi mamá me llevó a ver La fiesta inolvidable (...) lo que mejor recuerdo de aquella tarde que supongo de mitad de semana es que había descubierto algo, que el mundo era diferente, definitivamente diferente.
A lo largo de los treinta y cinco años que siguieron, esa sensación de florecimiento, de comienzo, se repitió en otros ámbitos que no eran el cine. Me sucedió con el primer beso en la boca -y no, cosa curiosa, con mi debut sexual. Me pasó cuando me enamoré y cuando me casé. Me pasó cuando viajé por primera vez en un avión. Me pasó cuando descubrí el mar. Me pasó cuando vi mi nombre firmando por primera vez una nota en un medio. Me pasó el día en que tuvimos en nuestras manos la llave de nuestro primer departamento. O cuando Keaton, mi gato, se durmió hecho una bola bebé de pelos naranja arriba de mi pecho. Son esas cosas que, vistas desde afuera, no conmueven al otro sino a uno mismo, que narradas así parecen triviales. Pero también son esos momentos de cambio total, donde la vida se ramifica y deja de lado toda una serie de alternativas que ya nunca serán(...)
Ya deben saber -e imagino que algunos, varios o muchos de ustedes ya la vieron- que Historias Extraordinarias sigue a tres personajes (X, Z y H) en una serie de aventuras a lo largo y a lo ancho de la Provincia de Buenos Aires. Casi todo está narrado por las imágenes y una voz en off omnipresente. Dura cuatro horas y pico, incluyendo dos intervalos. Es argentina, claro, y no cuenta con apoyo del INCAA. Pero no es un relato minimalista, sino un conjunto que incluye la comedia, la épica, la acción, muchísimo humor, la música, el amor, la melancolía.
Que entre sus imágenes caben un río que desaparece, un tanque alemán de la Segunda Guerra Mundial, una mente criminal que intenta un fallido robo de ocho kilos de oro, un león agonizante, una serie de edificios increíbles diseñados por un genio enloquecido, la mujer más extraña, inasible y hermosa, un bar en Mozambique. Y muchísimo más (explosiones, incendios, asesinatos, ustedes pidan que la película les da). Una banda de sonido genial, unas imágenes gloriosas, personajes que se quedan en la memoria para siempre (¿quién va a olvidar a Lola Gallo, a Palomeque, a Factorovich y Bagnasco, a los Jolly Goodfellows, a Saponara, a César, a Cuevas?). En fin, un mundo agradable, generoso, que invita a quedarse mirando incluso después del final.
Mientras veía por segunda vez el film, rodeado de gente que quiero mucho y que pasó de desconfiar o temer de esa duración enorme a entusiasmarse y correr en cada intervalo para no perder su asiento, me preguntaba por qué mis facultades críticas se habían dormido en esta segunda visión. Quiero decir: uno tiene una deformación profesional que lo obliga a ser, al mismo tiempo, espectador y analista formal. No es algo que se elige; es algo que viene solo después de ejercer cierto tiempo esta bella profesión de la crítica cinematográfica. Sin embargo, como me sucedió la primera vez, el analista formal se tomó vacaciones y mi espíritu se dejó llevar. El gran secreto de la película es que un montón de personas que aman mucho el cine encontraron cómo comunicar ese amor y contagiar (y digo bien “contagiar” porque es más que comunicar o compartir) su entusiasmo por lo que están mostrando y contando
(...)
Simplemente dejar constancia de que viví lo más parecido a un milagro laico: sentir que para este espectador el cine empezaba de nuevo. De corazón desearía que a ustedes les pasara algo similar.

Quintín:
Desde Mundo grúa, no recuerdo una película que haya despertado tanta euforia entre los críticos argentinos como Historias extraordinarias (...) Es notable el control que Llinás logra sobre sus materiales, la confianza que se tiene para llevar al espectador cada vez más lejos del punto de partida. (...) Historias extraordinarias le pasa por encima a todas las recetas existentes para hacer cine y propone una nueva que parece tener como objetivo maximizar el goce en todos los aspectos. Llinás es como un director de orquesta que no puede parar de hacer bises, de seguir tocando, de darle más a la platea enfervorizada. Hay algo un poco demagógico en la propuesta, pero frente a un desborde semejante de ideas creativas, hablar de genio no resulta completamente exagerado.

Diego Batlle:
Todavía recuerdo el disfrute y la emoción que nos embargaba a los críticos mientras veíamos la película en la función matinal para acreditados y cómo compartíamos durante los dos intervalos la euforia de saber que estábamos participando de un hecho histórico, de una obra que iba (va) a quedar en la historia grande del cine argentino (...)
Hay una excelente banda sonora compuesta por Gabriel Chwojnik que no deja género por incursionar (se destacan los acordes que remedan a los spaghetti westerns de Sergio Leone), hay una masacre con víctimas que van desde jeques árabes hasta agentes de Scotland Yard narrada sólo con fotos, hay una escena ambientada en Guyana con nazis de la Segunda Guerra Mundial, hay momentos sublimes con música lenta de una FM pueblerina, hay reconstrucciones de casos policiales con recortes de periódicos, cartas y mapas, hay gente que fotografía monolitos y otros que los hacen explotar por los aires, hay personajes que viven meses encerrados en un hotel mientras practican el voyeurismo y otros que no paran de viajar, hay narradores que se escuchan todo el tiempo mientras los protagonistas casi no hablan, hay delirios de grandeza (y la película tiene mucha grandeza) y hay una liviandad propia de la novela popular por entregas y una belleza sofisticada propia de la literatura del siglo XIX.
(...) Gracias a Llinás y a su equipo por las cuatro horas más disfrutables de los últimos tiempos. Como dice el leit-motiv de la película... ¡Sigan siempre en la ruta!


Gustavo Noriega (El Amante):
Se trata de una película destinada a hacer historia en el cine argentino y a brindar una verdadera lección de inteligencia, imaginación, valentía y generosidad (...)
Los cuentos maravillosos que nos cuenta Llinás redescubren a la provincia de Buenos Aires no como a esa planicie amorfa y estéril que imaginamos los porteños sino como un territorio de aventuras, donde todo puede pasar, donde hay historias a descubrir desde el recodo de un río hasta en una ventana de hotel que da a la plaza (...)
Esta película proteica, desmesurada, abismal, arriesgada y algo demente, realizada a espaldas de créditos y subsidios, sin el INCAA y sin las fundaciones holandesas de rigor, incluye, además de un millón de sorprendentes detalles la presencia de un león, un tanque y una escena rodada en Mozambique. Todo se puede lograr, nada está más allá del alcance de un cineasta con coraje y talento. Se acabaron las excusas.
Euforizante y contagiosa, la película de Llinás es una suerte de manifiesto visual de cuatro horas de duración (...)

Les queríamos ir avisando. Algo ha cambiado para siempre.

Santiago Palavecino:
Después de esta película, habrá que filmar mejor y pensar mejor. Pero sus fórmulas no pueden ni deben copiarse. Más que sus procedimientos concretos, es la transparencia de su apuesta la que interpela a todos los films argentinos que le sigan, tanto a los industriales como a los artesanales, a los masivos como a los más resistentes.

Luciano Monteagudo (Página 12):
La peculiaridad del procedimiento es que estas voces no están allí para explicar lo que sucede en la imagen, sino para refutar esa tautología: se adelantan al relato, lo ponen en duda, lo contradicen, lo preñan de sentido o directamente se lo quitan. "Lo que ahora va a pasar es lo siguiente: en un momento la situación se va a poner un poco más violenta...", enuncia, por ejemplo, uno de los narradores. O "el escenario que debemos imaginar es un río, un río que nunca se menciona pero es el río Salado..." (...)
Historias extraordinarias –a la que hay que agradecerle también una estupenda banda de sonido de Gabriel Chwojnik, que cita a Morricone a través de Tarantino– no es una obra cerrada en sí misma, sino, por el contrario, amplia, abierta, generosa, un proyecto que invita a reconsiderar al cine como arte lúdico. Lo suyo es el viaje, la incertidumbre del camino, la sorpresa que esconde cada recodo de ese torrente narrativo capaz de tener sus fuentes en la pampa húmeda y desembocar, por qué no, en Mozambique.

Diego Lerer (Clarín):
Las cuatro horas de Historias extraordinarias son un acontecimiento para el cine argentino, el nuevo y el viejo, el de ahora y el de siempre. Decir si marcará o no "un antes y un después" de algo sería hacer un futurismo de salón que no aportaría nada. Por lo pronto, se puede decir, parafraseando el tono épico y zumbón de la película, que lo que Historias... ha conseguido es fundar, ahí donde parecía no haber nada, un universo de monolitos y de monumentos, de ríos y de botes, de Napoleones y Carlomagnos, de hoteles y de pasajeros. Con personas que los recorren y cuentan sus desventuras. Y allí hay cine. Y allí hay historias. Y son extraordinarias.

Marcelo Panozzo (La Nación):
"Único/a" es un adjetivo que se usa hiperbólicamente para ponderar lo extraordinaria, por buena, bella, etc, que es una persona o una cosa. Así es Historias extraordinarias, extraordinaria, y toda hipérbole se queda corta a la hora del halago. Es la... película de la historia del cine argentino. Puede ser la mejor, del año, de una década, de varias, la más extraña, larga, sorprendente, inconcebible, tache lo que no corresponda o no tache nada. Lo que nos lleva a la mala noticia: "único/a (del lat. unicus )" se aplica a una cosa o varias de las cuales o de cuya especie no hay otras.


Roberto Gargarella (El Amante):
Sólo por permitir que volvamos a escuchar a la pantalla hablando un castellano limpio, divertido, rico, irreverente, Llinás merece nuestro reconocimiento y aplauso. Así como Lucrecia Martel había recuperado el oído, ahora Llinás hace lo propio con el lenguaje.

Perfil Cultura:
Llinás filma a un costado de los circuitos establecidos, sin subsidios oficiales o internacionales, y no por eso cede en su ambición: la película transcurre en decenas de pueblos y ciudades de la provincia de Buenos Aires, a lo largo de inmensas llanuras y sobre el agua, pero también en territorio africano; hay incluso proezas de producción como la presencia de un león o un tanque de guerra. Historias extraordinarias es una experiencia cinematográfica única. ¿Puede acaso un proyecto así gustar a todos, mantener una tensión permanente, seguir las reglas del decoro, ser un relato acabado y prolijo? De ninguna manera. Se trata de una película despareja, por momentos fascinante, pero sobre todas las cosas imperfecta. Y es en esa imperfección, producto de una mente brillante y desmesurada, donde descansa su mayor atractivo.

Agustín Campero (El amante):
HE es una en un millón, lleva inscripta su condición de desfasaje. Demuestra que el presente del cine es algo pijotero, que alguien se estaba guardando algo, que lo que falta es hambre de gloria y sed de justicia. Han revivido las emociones, vuelven a brillar los géneros, el cine clásico renació y cobró nueva vitalidad (...) HE es más grande que la vida...







Fotos: Primer intervalo / Z (por el grupo Mondongo) / La masacre del molino / H (por el grupo Mondongo) / César / X (por el grupo Mondongo) / Las dos hermanas / El hijo del diablo / The jolly goodfellows


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