y al tercer día
Huevo, huevo absoluto, pasando de todo, pasándola bien.
Y me doy cuenta de que que la paso bien porque hoy me levanté con la urgencia de *hacer algo*: limpiar, ir al supermercado, cambiar el agua de las flores, poner a lavar las sábanas.
La culpa.
Me levanto cuando me despierto. Voy de la cama a la cocina y de la cocina a la computadora y de la computadora al baño y del baño de nuevo a mi centro de operaciones, la cama. No hay ropa ni maquillaje ni crema ni peine. Leo leo leo, tejo tejo tejo, duermo siestas boca abajo mirando de costado cómo corren las últimas nubes: las prefiero después de las seis y sin culpa hasta las nueve porque después viene la noche y la radio y yo en mi cama. Escribo, me resfrío, recuerdo sólo cosas lindas, hago origami vía youtube.
Me la paso aquí o me escapo al cine a ver porquerías de Wes Anderson o a Scalabrini Ortiz a por más lanas y hummus y pancitos árabes y trigo burgol para hacer kebab.
No hablo con nadie, excepto con quien llame. Y casi nadie llama. Excepto.
-Al final, la comida de Pascuas va a ser cena, porque tu papá no puede antes.
-Ah, pero... ¿yo tengo que ir?
Conversaciones así.
El pelo sucio, la madeja que se me enquilomba, una tostada con Mendicrim y frambuesas y miel, y conversaciones así.
Y me doy cuenta de que que la paso bien porque hoy me levanté con la urgencia de *hacer algo*: limpiar, ir al supermercado, cambiar el agua de las flores, poner a lavar las sábanas.
La culpa.
Me levanto cuando me despierto. Voy de la cama a la cocina y de la cocina a la computadora y de la computadora al baño y del baño de nuevo a mi centro de operaciones, la cama. No hay ropa ni maquillaje ni crema ni peine. Leo leo leo, tejo tejo tejo, duermo siestas boca abajo mirando de costado cómo corren las últimas nubes: las prefiero después de las seis y sin culpa hasta las nueve porque después viene la noche y la radio y yo en mi cama. Escribo, me resfrío, recuerdo sólo cosas lindas, hago origami vía youtube.
Me la paso aquí o me escapo al cine a ver porquerías de Wes Anderson o a Scalabrini Ortiz a por más lanas y hummus y pancitos árabes y trigo burgol para hacer kebab.
No hablo con nadie, excepto con quien llame. Y casi nadie llama. Excepto.
-Al final, la comida de Pascuas va a ser cena, porque tu papá no puede antes.
-Ah, pero... ¿yo tengo que ir?
Conversaciones así.
El pelo sucio, la madeja que se me enquilomba, una tostada con Mendicrim y frambuesas y miel, y conversaciones así.
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