online
-Nos hemos hecho viejos -le dijo, incluyéndose en el desastre,
para quitarle la zozobra.
-No seas buena conmigo. He sido un estúpido
y se me nota por todas partes.
-Yo no te quise por inteligente -dijo la tía Clemencia con una sonrisa.
-Pero me dejaste de querer por idiota -dijo él.
-Yo nunca he dejado de quererte -dijo la tía Clemencia-.
No me gusta desperdiciar. Menos los sentimientos.
-Clemencia -dijo el hombre, temblando de sorpresa-. Después de mí
has tenido doce novios..
-A los doce los sigo queriendo...
(Ángeles Mastretta, "Mujeres de ojos grandes")
Cometí un error gravísimo: gmail.
Él (mi ex) tiene gmail. Yo, varias direcciones. ¿Pero cuál le di? Gmail.
Error.
Gravísimo.
Porque mientras fuimos lo que fuimos fue maravillosa esa *dialéctica de imán y limadura, de ataque y defensa, de pelota y pared* que nos daba el chat, el ver que estábamos ahí. Era lindo encontrarlo online porque estábamos online.
Pero ahora que somos lo que somos (?), pasa que me sigue gustando encontrarlo online.
Y eso es grave (ya a esta altura) y sobre todo a veces es malo para mí.
Entonces lo bloqueo.
Cuando estoy mal, o como ahora -premenstrual- lo bloqueo. Pueden ser 2 horas, 2 días o una semana (no he llegado a más). No quiero saber si está en la casa, qué música está escuchando, si cambió la foto o la leyenda. No quiero que Google me recuerde su nombre a cada rato.
Eventualmente, me siento mejor (aunque no creo que tenga tanta relación con el bloqueo sino con otras cosas que hago para estar bien, pero bueno).
Y entonces ahí... lo desbloqueo.
Y en ese vaivén estoy.
En definitiva, apenas hace un rato me di cuenta de algo: de que el proceso que hago no tiene que ver con dejar o no el pasado atrás.
Tiene que ver con intentar convivir con alguien que ya no es.
Algo que nunca hice hasta ahora.
Conozco a mucha gente que hizo el duelo de una relación y luego no sólo no tuvo que deshechar a personas que fueron mucho más cercanas y amadas de lo que lo son ahora: pudo incorporarlas a su nueva vida. Como parte *de lo que fueron* (los otros, ellos mismos). Como una cicatriz de algo que caló hondo pero ya casi ni se ve.
Sin extirpar.
Sin reemplazar.
Dejando pasar el tiempo, supongo.
Dije que conozco a gente así, pero también quiero decir que la envidio.
La cuestión es que no me gustaría ya no saber de la vida de alguien que, está bien, no es quien me acaricia ahora la frente cuando estoy resfriada, pero en algún momento lo hizo...
Me gusta que me cuente que consiguió laburo, me gusta preguntarle dónde viajar. Saber que está mejor con lo suyo, que sepa que estoy mejor con lo mío.
Por eso hago lo que hago.
Cometí otro error grave: él sabe de este blog.
Y aunque no creo que pase demasiado por aquí ya (alguna vez entró y alguna vez más entrará, calculo)... bueno, nada, que está bien que sepa.
Una cosa más quiero decir:
tal vez nada sea un error después de todo.
<< Home