23 d’octubre del 2007

0 a 0

Una de las pistas que me descubro de cuando estoy más o menos es que no hago la cama.
No sólo no la estiro, sino que tampoco le pongo nada. O sea, cuando llega el día de la semana en que cambio las sábanas, saco las viejas y nunca pongo las nuevas. Me tiro sobre el colchón, un par de acolchados y apago la luz.
Ése es también el momento en que pienso: Mañana, si estás mejor, hay que salir de esto.

Entonces me aferro de nuevo a la terapia de las rutinas.

Sirven, al menos, hasta que vuelve a galopar el cuore y -como dice Bielsa- "se rompe el partido".
Nuestro score favorito.

En fin.

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