la cita perfecta: el sábado un mojón; el domingo, un polvazo
Pero digamos que ya no da, no da seguir contando cosas, buscar las imágenes que me olvido, olvidar las que tenía seguras.
Si te digo que aún me tiembla el cuerpo, te juro que no miento.
Si te digo que aún me duelen las piernas, tampoco. Y la garganta.
Es que grité, y mucho, y caminé, y mucho. Los 2 días desde la Boca.
Porque sí, es verdad:
como puse antes, el domingo no tenía entrada.
Eran las 3 de la tarde, y no.
Y, de repente, en un gesto inolvidable para mí, sí.
Y el resto es esto.
Y luego quedarme latiendo.
Y llamar desde la vuelta y dejar un mensaje que sólo quiso decir Gracias, y mi nombre, y la hora.
Y amanecer el lunes para decirlas.
Y no poder llegar ni a los tobillos de lo que me latía en el pecho agradecer.
Este año fue bien de mierda para mí. Revisando anoche con F, en el teléfono, te puedo dar las mil razones que lo ratifican.
Pero hay algunas cosas buenas que se cuelan en el balance: algunas personas, algunos días (muy pocos), algunos logros.
Y también, inesperadamente, hay algo que pasó este año y no puedo resumir de otra manera:
este año habría sido suicida si no fuera por este señor y todo lo que mueve en mí él y los suyos y sus canciones.
Y suena cursi, y suena groupie.
Pero sabés qué?
Ojalá que nunca te toque mi año, pero ojalá que a todos les toque lo que me tocó a mí cada vez que vino Sabina en el 2006.
Estoy muy agradecida. Muy.
Y nada más.
A partir de hoy, este blog, dentro de sus posibilidades, cambia de tema.
Si te digo que aún me tiembla el cuerpo, te juro que no miento.
Si te digo que aún me duelen las piernas, tampoco. Y la garganta.
Es que grité, y mucho, y caminé, y mucho. Los 2 días desde la Boca.
Porque sí, es verdad:
como puse antes, el domingo no tenía entrada.
Eran las 3 de la tarde, y no.
Y, de repente, en un gesto inolvidable para mí, sí.
Y el resto es esto.
Y luego quedarme latiendo.
Y llamar desde la vuelta y dejar un mensaje que sólo quiso decir Gracias, y mi nombre, y la hora.
Y amanecer el lunes para decirlas.
Y no poder llegar ni a los tobillos de lo que me latía en el pecho agradecer.
Este año fue bien de mierda para mí. Revisando anoche con F, en el teléfono, te puedo dar las mil razones que lo ratifican.
Pero hay algunas cosas buenas que se cuelan en el balance: algunas personas, algunos días (muy pocos), algunos logros.
Y también, inesperadamente, hay algo que pasó este año y no puedo resumir de otra manera:
este año habría sido suicida si no fuera por este señor y todo lo que mueve en mí él y los suyos y sus canciones.
Y suena cursi, y suena groupie.
Pero sabés qué?
Ojalá que nunca te toque mi año, pero ojalá que a todos les toque lo que me tocó a mí cada vez que vino Sabina en el 2006.
Estoy muy agradecida. Muy.
Y nada más.
A partir de hoy, este blog, dentro de sus posibilidades, cambia de tema.
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