la casa por la ventana
Algo me pasa.
Definitivamente me pasa algo.
Tengo un alien adentro, *algo*.
Decido arreglar por fin los problemas de mi casa.
Sí, empecé con las termitas, aunque ahora debo reforzar la poción.
Y luego vino Quique y compuso el aire acondicionado, así que tendré un verano como se debe.
El pintor no me devuelve las llamadas.
Y el lunes acabo con el electricista, digo yo, que me paseo por San Telmo con el cablecanal bajo el brazo. Ya compré la lámpara nueva del living. Eso va a dar un aire distinto cada vez que llegue de la calle.
Y mañana quiero comprar la tierra y plantar por fin la santa rita y la salvia.
Y, como mi casa es amplia como las implicancias del término, se me viene lo de la carta astral...
Pero *qué* me pasa??
Ayer, nuevamente, muestro en clase el laburo de puesta. Salió bien, sobre todo la parte técnica que era la de más temer. Mis actores no pueden el día de la muestra final. No podemos coordinar otro día con mi profesor.
Cuando llegué a esta clase, hace 2 años, él me daba miedo. No me atrevía a preguntar nada porque me dejaba expuesta. Me sentía una pelotuda. Pero aprendía tanto...
Con el tiempo lo aflojé y me aflojé. Me reconocía, me saludaba, me hablaba. Hasta me respetaba, y eso es mucho viniendo de él. Sucedió cuando despegó lo de mi trabajo final.
Porque este laburo fue como un matrimonio que hay que sacar adelante por el bien de los chicos. Me quería demostrar que lo podía hacer, y la remé, y lo hice. Lo hice todo. Cosí, construí, armé y trasladé la escenografía, contacté actores, ideé todo. Me la pasé en Once y en las ferreterías. Me lloré la vida y aprendí un montón.
Y él se contagió. Se entusiasmó. Me felicitó como a nadie. Lo que nunca.
Por unas semanas, me sentí Dios en una sala del under.
Ayer, viendo lo de las fechas, que sí, que no, me dice: Se ve que este año imposible. Te comprometés para mostrarlo en marzo.
-No.
No dudé un instante.
No quiero más este matrimonio por el bien de los chicos, por demostrarme que lo puedo hacer.
Quiero un amante, una isla, otra cosa.
-No?
-No
Se puso loco.
Y yo, muy tranquila, tratando de explicarle que el proceso para mí estaba, y que no me importa que lo vean mis padres y mis amigos, que si se podía bien, pero que no me comprometía para tener esto 3 meses más en la cabeza, que llegué a este punto porque él había hablado de la muestra final pero que por mí lo habría terminado mucho antes, exactamente en el momento en que me demostré a mí misma que lo podía hacer.
Él caminaba y me gritaba. Me llamaba necia.
Yo le decía que, simplemente, no pensábamos igual.
Él me hablaba de abortar un laburo, de tener que salir a defenderlo.
Yo pensaba Ese laburo nació por mí, estaba absolutamente muerto y yo muerta con él. Y no quiero salir a defender nada que no tenga que ver con lo que quiero salir a defender en ese momento.
Hasta que gritó Porque con otros trabajos no importa, pero el tuyo está muy bien, y lo sabés. Es excelente...
Me volví a sentir Dios.
Me estaba chantajeando emocionalmente, y él no necesitaba hacerlo. Y no habría dicho eso si no lo pensaba.
-No.
Se fue. Dijo que no podía hablar conmigo. Que para no mostrar que me fuera ahí mismo.
-Andate ya y no vuelvas.
Lo primero que me asombró fue tener tan cristalinamente claro lo que no quería para mí y poder defenderlo ante un tipo que me puede ejercer mucha presión.
Lo segundo, fue ver que yo no quería convertirme en *esa* *clase* de personalidad artística, que me instaba a presionar actores o no respetar tiempos propios. Que me fascina su visión estética y teórica, pero me desilusiona su visión humana.
Lo siguiente que pensé fue:
En mi currículum tan prolijito y ordenado y obediente y correcto... ahora, si yo quiero exponerlo, puede figurar que me echó **** de su taller de dirección!!!
Me echaron de un lado grosso, y no me echaron por ser mala en lo mío, como era mi temor. Me echaron por ser buena!!!
En el taxi que me permití camino al laburo, me sentí definitivamente Dios.
Y hoy me desperté, y ya no me siento Dios, pero estoy feliz: empezaron mis vacaciones mentales.
Y él, como dice siempre mi mamá, tendrá más trabajo: ahora se tendrá que des-enojar solo...
Eso también es arreglar *la casa*.
Todo debe ser culpa de ese *algo* que está creciendo dentro mío.
Seguramente.
Y aún me queda diciembre...
Definitivamente me pasa algo.
Tengo un alien adentro, *algo*.
Decido arreglar por fin los problemas de mi casa.
Sí, empecé con las termitas, aunque ahora debo reforzar la poción.
Y luego vino Quique y compuso el aire acondicionado, así que tendré un verano como se debe.
El pintor no me devuelve las llamadas.
Y el lunes acabo con el electricista, digo yo, que me paseo por San Telmo con el cablecanal bajo el brazo. Ya compré la lámpara nueva del living. Eso va a dar un aire distinto cada vez que llegue de la calle.
Y mañana quiero comprar la tierra y plantar por fin la santa rita y la salvia.
Y, como mi casa es amplia como las implicancias del término, se me viene lo de la carta astral...
Pero *qué* me pasa??
Ayer, nuevamente, muestro en clase el laburo de puesta. Salió bien, sobre todo la parte técnica que era la de más temer. Mis actores no pueden el día de la muestra final. No podemos coordinar otro día con mi profesor.
Cuando llegué a esta clase, hace 2 años, él me daba miedo. No me atrevía a preguntar nada porque me dejaba expuesta. Me sentía una pelotuda. Pero aprendía tanto...
Con el tiempo lo aflojé y me aflojé. Me reconocía, me saludaba, me hablaba. Hasta me respetaba, y eso es mucho viniendo de él. Sucedió cuando despegó lo de mi trabajo final.
Porque este laburo fue como un matrimonio que hay que sacar adelante por el bien de los chicos. Me quería demostrar que lo podía hacer, y la remé, y lo hice. Lo hice todo. Cosí, construí, armé y trasladé la escenografía, contacté actores, ideé todo. Me la pasé en Once y en las ferreterías. Me lloré la vida y aprendí un montón.
Y él se contagió. Se entusiasmó. Me felicitó como a nadie. Lo que nunca.
Por unas semanas, me sentí Dios en una sala del under.
Ayer, viendo lo de las fechas, que sí, que no, me dice: Se ve que este año imposible. Te comprometés para mostrarlo en marzo.
-No.
No dudé un instante.
No quiero más este matrimonio por el bien de los chicos, por demostrarme que lo puedo hacer.
Quiero un amante, una isla, otra cosa.
-No?
-No
Se puso loco.
Y yo, muy tranquila, tratando de explicarle que el proceso para mí estaba, y que no me importa que lo vean mis padres y mis amigos, que si se podía bien, pero que no me comprometía para tener esto 3 meses más en la cabeza, que llegué a este punto porque él había hablado de la muestra final pero que por mí lo habría terminado mucho antes, exactamente en el momento en que me demostré a mí misma que lo podía hacer.
Él caminaba y me gritaba. Me llamaba necia.
Yo le decía que, simplemente, no pensábamos igual.
Él me hablaba de abortar un laburo, de tener que salir a defenderlo.
Yo pensaba Ese laburo nació por mí, estaba absolutamente muerto y yo muerta con él. Y no quiero salir a defender nada que no tenga que ver con lo que quiero salir a defender en ese momento.
Hasta que gritó Porque con otros trabajos no importa, pero el tuyo está muy bien, y lo sabés. Es excelente...
Me volví a sentir Dios.
Me estaba chantajeando emocionalmente, y él no necesitaba hacerlo. Y no habría dicho eso si no lo pensaba.
-No.
Se fue. Dijo que no podía hablar conmigo. Que para no mostrar que me fuera ahí mismo.
-Andate ya y no vuelvas.
Lo primero que me asombró fue tener tan cristalinamente claro lo que no quería para mí y poder defenderlo ante un tipo que me puede ejercer mucha presión.
Lo segundo, fue ver que yo no quería convertirme en *esa* *clase* de personalidad artística, que me instaba a presionar actores o no respetar tiempos propios. Que me fascina su visión estética y teórica, pero me desilusiona su visión humana.
Lo siguiente que pensé fue:
En mi currículum tan prolijito y ordenado y obediente y correcto... ahora, si yo quiero exponerlo, puede figurar que me echó **** de su taller de dirección!!!
Me echaron de un lado grosso, y no me echaron por ser mala en lo mío, como era mi temor. Me echaron por ser buena!!!
En el taxi que me permití camino al laburo, me sentí definitivamente Dios.
Y hoy me desperté, y ya no me siento Dios, pero estoy feliz: empezaron mis vacaciones mentales.
Y él, como dice siempre mi mamá, tendrá más trabajo: ahora se tendrá que des-enojar solo...
Eso también es arreglar *la casa*.
Todo debe ser culpa de ese *algo* que está creciendo dentro mío.
Seguramente.
Y aún me queda diciembre...
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