7 d’octubre del 2006

Diez horas extras en dos semanas. Y unos cuatro kilos de más camino al verano. No importa, te decís, porque el panadero del mercado de San Telmo, a ese al que le compraste la cremona, te dice que te podés permitir todo, que igual vas a hacer roncha en la playa. Como si fueras una chica de playa. Te dice que no te vayas, que ahora te da los 10 de vuelto y vos le decís que se los quede.
Anoche no podías pensar claro y sentías celos de todo. Caminaste por Falabella. Comiste un cono. Te dijiste Tenés que parar con la ansiedad. Y te metiste en el Tita a ver la de Sorin. Te preguntaste Cómo le pueden poner regular a La música más triste del mundo, si es maravillosa, con Issabella y sus piernas llenas de champagne. Rara y maravillosa.

Caminaste hacia tu casa y dijiste Quién me espera. Y así como otros cuando quieren pensar claro buscan la paz, vos buscás acodarte en la barra de El cuartito. Ahí, en ese ruido insoportable, mirando los posters de boxeadores y de José Vélez, pensás claro. Y eso hacés. Y pedís lo clásico. El chico te cobra 4, y le decís Me cobraste de menos. No importa, te dice.

Volvés, te bañás, jugás un rato, leés La mujer justa. Estas agotada pero te cuesta dormir.
Y despertarte. Luego de Sorin, necesitás Hollywood. Vas a la función de las once de The devil wears Prada. Y luego el de Blockbuster te cobra de menos, y se lo decís. Te dice Qué, trabajás en un supermercado? Es porque le explicás que tal vez la caja le dé mal, por eso... Te callás. Comprás flores. Almorzás con café de postre. Caminás hasta San Telmo, y, luego de más horas extras, entrás al Museo del Títere.
Te subís a un colectivo.
Visitás a tu madre.
Respondés un mail de España.
El IQ Test online te da 119.
Te volvés a tu casa a ver los videos, trabajar en la puesta, leer.
Ponés la radio.