26 de juny del 2006

triste talento


Siempre fue igual.
Cuando no puedo resolver algo con cierta facilidad, me entra un desgano que hace que ya no me guste lo que me gustaba y quiera abandonar.
Me encantaría ser obstinada y con ansias de superación.
Pero no.
No.
O sí, las ganas las tengo, pero se acabó ahí.

Porque nunca le entro a las cosas si son demasiado difíciles de entrada. Me nace un fiacor espantoso. Funciona así: las cosas me gustan, no puedo acceder fácil, me da miedo, y entonces me entra el desgano, y abandono de una.

Siempre soñé con ser absolutamente dotada en todo lo que me interesara (ya que no lo podía ser en todo en general). De chica, te juro, cuando soplaba las velitas, pedía salud (siempre fui muy conciente de que sin eso nada) y talento. Me parecía que sería una cosa espantosa no tener talento.
Cuestión que llegó el momento en que me di cuenta de que talento tenía, pero que no se llega tan lejos con eso como pensaba. Que era mejor pedir coraje. Y durante gran parte de los últimos años pedí coraje. Casi todos los días, te diría. Coraje para enfrentar cosas que me daban miedo. Así de new age.


Bueno, eso. Que muy despacito estoy trabajando en eso: en trabajar las cosas.
Me cuesta un huevo.

Creo que mi gran limitación en esta vida es la vagancia, que me ha quitado toda ambición.

Y te lo digo triste.