2 de juny del 2006

La razón determinante para que me guste un lugar (propio o ajeno) es imaginármelo un sábado. Si llueve, mejor.
Si me dan ganas de estar ahí un sábado...
La razón determinante para que me guste un trabajo no existe. O sí, son muchas, todas determinantes. Pero una que vendría a ser la *yapa* de estar en un trabajo es imaginarme laburando un viernes de lluvia.
Si me dan ganas de estar ahí un viernes de lluvia...

Hoy es viernes y llueve.
En el departamento antiguo donde laburo no hay nadie, aún. Pronto llegará G. y haremos la contabilidad, separaremos los pagos, haremos las listas que resumen los meses, que resumen mayo. Ella, que no le tiene miedo al fuego, pondrá el agua para el té. Hablaremos de todo un poco.
Pero mientras, ahora, estoy sola y tipeo un texto.
Y miro por la ventana cómo cae la lluvia sobre las plantas, sobre la pared antigua que da a otra zona de este departamento de San Telmo.
Pienso cosas como Qué tarde ideal para empezar una novela. Y escribirla toda, de corrido.


Y me gusta.
El laburo y la tarde.
Y que sea viernes.