Cuando no estoy de novia, lo que más odio es la pregunta "Y de amores, ¿cómo andamos?".

Lo peor es que ya no son mi tía o mi abuela las que preguntan, sino mis amigos. Y si hay algo que me empelota es tener que hablar de algo de lo que no quiero hablar y no tener nada bueno que contar.

En ciertos grupos, parece que el tema es excluyente.

Con P., por ejemplo. Inevitable que pregunte. Casi casi que yo estoy bien pero, cuando él me lo recuerda, me siento miserable al contestarle una y otra vez que hace un buen tiempo que no estoy en pareja. A veces pienso en mentirle. Pero a él le entusiasma tanto el tema que temo no poder sacármelo de encima ya nunca más con sus preguntas...

Con el grupete de cartas también es piñón fijo. Y yo escucho todo lo de ellos, que suele ser largo. Incluso escucho más de lo que me gustaría escuchar (o creo que debería saber nadie que no esté en esa pareja). Y llega el momento en que me toca a mí. Y la verdad que luego me siento fatal, porque termino contando más de lo que querría. En cierto punto siento que banalizo incluso las relaciones más banales que he tenido (y de vez en cuando tengo), y me siento una idiota por no poder decir "Preferiría no hablar de eso" y seguir siendo digna de confianza.

Me es muy difícil salirme de esos círculos de confesión forzosa. Cuento de M., de L., de D. como una tarada. Y no quiero. Y sin embargo, P. sabe mi último accidente. ¿Cómo diablos le puedo haber confesado eso a alguien que ni siquiera es mi amigo íntimo?

Lo único-único bueno que le encuentro a hablar del tema de vez en cuando es enterarme de que no soy tan *rara*. Este mismo año, N. me confesó lo mismo que J. en tiempo, lugar y situación muy diferentes: no *desean* tanto. Yo pensé que era rara por no hacerlo, más luego de Sex&thecity y la lectura de ciertos blogs.
No, ellas tampoco.

Otro tema de ir sola por la vida es el de las presentaciones. Al parecer, para mis conocidos soy quite a catch. Entonces V. invita a la cena al pibe aquel, Bea arma el asado con el muchacho de más allá y Ana me confiesa que el domingo me quiere presentar al hijo de su novio. Me lo tomo con humor, porque trato de no pensar en cómo se trazó el plan. Me da vergüenza pensar en la mirada que me echan mis amigos para haber llegado a imaginar ciertas uniones.
Los amigos felices: esos son los peores.



Anyway Hemingway...
Yendo al grano: la mayoría del tiempo me lo banco como una princesa. Hago de todo sin privarme de nada: cine, restaurants de noche, conciertos.
Me encantaría hacerlo de a 2, pero lo hago de a 1.

El *tema* con la enunciación es tener que hablar de algo de lo que no quiero hablar porque no hay nada que decir.

A veces me ha pasado pensar que un gran PLUS de no estar sola es tener respuesta alegre para la pregunta "Y de amores, ¿cómo andamos?".


(Es: "Bien, muy bien: estoy con alguien".)


(O como dirían en Hable con ella...
"Ya no estoy sola. Ya no tengo ese problema...")




Tristísimo me resultó este post.