2 de febrer del 2006

A veces resulta un poco difícil estar y darte cuenta de que estás, cuando estás, pero anoche, al cubrirme la cara, tuve la certeza de que estaba cayendo en coma, de nuevo. Mejor dicho, que ya estaba en coma, sólo que en ese momento recién me estaba dando cuenta. No es que mi vida se detiene; de hecho a veces me resulta increíble ver que, aun a pasos chicos, suceden cosas irreversibles, definitivas, bisagras. La cosa es que, mientras veo eso, yo no siento nada, estoy anestesiada, pinchada. Para los demás, apenas apática. Nada me apasiona, nada me atrapa, vivo en una nube de gas, flotando triste. Y pasan los meses.