espero que te guste
Jerry: Too romantic.
George: Lingerie?
Jerry: Too sexual.
George: Waffle maker.
Jerry: Too domestic.
George: Bust of Nelson Rockefeller.
Jerry: Too Gubernatorial.
George: Let's work on the card.
Cuando era chica, me gastaba los ahorros del año en los regalos que llevaba a Salta para las Fiestas. Como éramos muchos y el dinero al que yo accedía era poco, recuerdo que pedía que me llevaran a Casa Tía y compraba cositas para casa uno: desde un perfumito barato hasta un par de individuales para la mesa, pero nadie se tenía que quedar sin regalo.
Una vez, a mi mamá le regalé una cartera. Yo tendría unos 10 años y me costó lo que ahora serán unos $ 80. Llamé a una amiga de ella para que me ayudara con la compra. Otra vez, le regalé un día en un Spa; lo había visto en una revista. De España le traje abanicos; de Italia, libros de recetas tradicionales. En los últimos años, me atengo al CD.
A mi amiga V. le regalé los mejores libros y CD, y ella hizo lo mismo conmigo. Mi amigo V., en tanto, también es target de delicatessen… la última fue una edición de lujo de las Cartas entre Picasso y Apollinaire…
Una vez, al final de un seminario intensivo con 3 maestros extranjeros, el grupo (unas 60 personas) me encargó que comprara los regalos. Con poca plata, armé 3 bolsas llena de souvenirs. Algo similar me encargaron para la despedida de soltera de M. Entonces, compré un canasto y lo llené de todas las cosas que le gustaban, pero en sus mejores versiones: desde patés, aceitunas y mermeladas extranjeras hasta champagne y Bailey’s.
Los desayunos-festejo son otra especialidad de la casa. Tienen que tener dulce y salado, jugo exprimido, fruta, manteca y mermelada… bien de estancia. Y los botiquines de urgencia también, para cuando un amigo cae con gripe: la visita viene con miel, aspirinas, paracetamol, té, limones y kiwis.
En los últimos tiempos, armé una guía de NY (con fotos y planos; el laburo me tomó un mes), y se la regalé a 2 newyorkers por adopción. Caserito, caserito. Como la chocotorta que le llevé de sorpresa a M. aquella vez que no tenía plata para comprarle un regalo.
Pero nadie ligó mejor que mi amiga J., porque a nadie conocí tanto. Simplemente quería hacerla feliz con detalles. De Europa, le traje un chocolate (su debilidad), de cada sabor (fueron como 10 en total: con chili, con curry, 80, 92, 100% cacao); de NY, sets de pequeñeces de Clinique (su otra debilidad). El año que quería algo para leer, le regalaba 4 libros que alguna vez hubiera nombrado como pendientes. Llegué a pagar una bolsa de cosméticos (Clinique, obvio) en 10 cuotas. Mejor fue cuando le empecé a regalar cosas para su inminente ida a vivir sola. Arranqué con el juego de toallas, y a mitad de año le armé un costurero repleto de esas boludeces que luego uno no se gasta en comprar nunca; seguí con tazas, y un día fue todo lo necesario para que hiciera su famosa torta de manzanas: desde el bol hasta el descorazonador (o como se llame).
Pero nunca tuve mucho feedback de ese lado; no es muy buena con los regalos, como casi nadie lo es. Creo que el mejor que recibí, o cerca, fue el de mi viejo cayendo a medianoche con 12 libracos de una colección de la Historia del cine. La morocha también le acertó este año con su tripleta de libros; que los haya pedido semanas antes a la librería fue el toque justo.
Kramer: Remember when we were standing there and she mentioned it? I made a mental note of it. (...) I'm very sensitive about that. I mean, when someone's birthday comes up, I keep my ears open. So what'd you get her?
Jerry: 182 bucks.
Kramer: Cash? You gotta be kidding. What kind of gift is that? That's like something her uncle would get her.
En general, los últimos tiempos vienen consensuados, lo que termina siendo lo mejor. Aunque, claro, no hay sorpresa. No, no me gusta pedir, pero al ver lo que eligen solos, me rindo. Es que ya nadie se gasta en buscar durante una semana el regalo perfecto, como me gusta hacer a mí. O ir al Mercado de flores para mezclar variedades y armar el ramo ideal para esa persona que te invitó a comer. Menos que menos parar lo oreja 2 meses antes para saber qué anda queriendo la persona en cuestión.
But yet, but yet…. Nada tiene para mí más encanto que comprar un regalo. Y luego ir a la Papelera Palermo o wherever y buscarle el papel justo. Eso si no le compro una caja, para hacerla a la americana. Y para la caja, una cinta buscada a tono en la mercería. Y todo dentro de la bolsa perfecta. Y la tarjeta, y ahí sí la Papelera…
Todo vale por tener la certeza de que no lo van a querer cambiar (ese fracaso).
Y por la cara que ponen cuando lo ven.
Siempre me olvido de esa cara.
Quizá por eso siempre la vuelvo a buscar.
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