En este momento realmente siento una módica plenitud. Tengo buenos amigos, conozco buena gente, siempre tengo la impresión de que sigo en contacto con las mejores personas, con las que valen la pena de todas las que voy conociendo. Tengo un buen trabajo, me pagan por escribir y me pagan bien y lo puedo hacer desde mi casa en piyamas. Mis padres me quieren tanto y son buena gente, éticos, me criaron bien y me dieron todo. Vivo en Buenos Aires y me gusta. Durante el día tengo otro trabajo que no me gusta tanto, me hace malasangre, pero voy a empezar a ir un día menos a la semana. Tengo planes, planes concretos que no tenía hace uno, dos o tres años, en coma como estaba, tan triste como estaba, desesperada. Tengo salud. No viajo tanto como querría, pero hay puertas abiertas. La gente me trata bien, me tiene cariño la mayoría. Me han sucedido cosas mágicas, pequeños milagros de todos los días. He aprendido de mis malos momentos. Tengo cosas materiales que me gusta tener. Lo que no me gusta tengo vía libre para cambiarlo, no lo veo como imposible.
Creo que las cosas tienen movimiento. Y creo en las plenitudes módicas, de lunes a la noche.
Creo que las cosas tienen movimiento. Y creo en las plenitudes módicas, de lunes a la noche.
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